Tic tac. Dos palabras, seis letras. Un sonido que me aterra, me mantiene inmóvil y al mismo tiempo en movimiento, me recuerda que viva mientras muero, que haga algo por lo que merezca ser recordada siempre, que encuentre la felicidad y me sumerja en ella, saboreando su delicado aroma de toque amargo mientras me dejo apuñalar poco a poco por las afiladas agujas del reloj que en ésta dulce agonía me llevan al final de mis días.
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