lunes, 2 de febrero de 2015

Let it go

Hoy me he despertado con la esperanza de que todo hubiese cambiado, de que mis dudas y miedos se hubiesen ordenado y desaparecido y hubiesen dejado en su lugar un ápice de claridad que me ayudase a saber como continuar mi vida.
Alrededor de las dos de la tarde, como cada lunes, cogí el autobús para ir a la universidad, tenía las ideas claras hasta que, buscando un sitio dónde sentarme, posé mi mirada en el pelirrojo que me encuentro cada día en cada viaje de ida. Nos miramos, algo que comenzaba a ser una costumbre. Había un par de sitios libres justo delante de él. No es que no pudiese sentarme junto a alguien, pero disfruto más los por sí solos cansados viajes sin nadie posando todo su peso sobre mí en las curvas, o haciendo ruidos molestos que me taladren los oídos.
El caso, delante de él me senté. Me encontré a mí misma fantaseando con intercambiar sonrisas con él, una caricia desveladora, tal vez un beso apasionado. Sentí la inmensa necesidad de escribirle mi número en una nota y dárselo, ¡habría sido tan fácil!. Sin embargo, me acordé de él, el chico que me ha acompañado durante los últimos cuatro años, que sufre la pérdida de mi amor, pero que aún así se mantiene ahí, esperando que mis ojos vuelvan a encenderse ante su mirada. Lo cierto es, que yo todavía mantengo la esperanza.
Así pues, alejé toda idea de dar mi número al chico del autobús, y me bajé para dirigirme a clase, aclarándome la cabeza.

Siempre he sido muy seriéfila, amo perder mi tiempo viendo capítulos de mis series favoritas. Hablaba con una amiga de Sobrenatural cuando le dije:
- Me aburre, sin embargo la sigo viendo porque me da pena dejar de hacerlo.
Entonces me di cuenta que todo se rige por el mismo patrón de comportamiento. ¡Qué difícil es dejar ir algo que algún día te hizo disfrutar tanto! ¡Qué difícil es dejar morir algo tan grande! Pero sobretodo, ¡qué difícil es vivir sin saber si la vida te tiene preparado algo mejor!.

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